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EL NEUROMARKETING Y LAS REDES SOCIALES

  • Foto del escritor: Josemiel Platz
    Josemiel Platz
  • 1 jul
  • 10 Min. de lectura

Este post forma parte del eco que sigue resonando desde la publicación de nuestro ensayo primigenio en Akashic: ¿Qué está pasando con nuestra atención?”.


En él, abrimos una conversación profunda sobre la crisis silenciosa que atravesamos como sociedad: la dificultad de estar presentes, de sostener el silencio y conectar con el alma en un mundo cada vez más invadido por lo digital.


Uno de los ecos más potentes llegó de la mano de Josemiel Platz, lector de Registros Akáshicos e integrante de nuestro equipo, quien comparte aquí una reflexión lúcida y poderosa sobre el rol del neuromarketing, las redes sociales y la manipulación de nuestra atención.


Su texto es una invitación a mirar más allá del scroll infinito y volver al centro: ese espacio íntimo donde aún podemos reconocernos humanos.


El auge del neuromarketing comenzó con el nuevo siglo, junto con el auge de las redes sociales y junto a la promesa de mayor conexión y autonomía por parte de los seres humanos, claramente ocultando los intereses particulares, empresariales y económicos que influyeron en los diferentes productos ofrecidos.


Siento que, una vez más, fuimos muy ingenuos al respecto.


Como peces viendo la lombriz bajo el agua, nos concentramos tanto en la lombriz que no supimos ver el anzuelo. Para nuestro favor hay que aceptar que al comienzo las redes sociales no tenían ni publicidad y los más conspiranóicos hablaban que nuestro comportamiento se recopilaba y se vendía, pero no vimos nada grave en eso, después de todo no hacíamos nada loco ni descabellado.




Paso a paso los estudios del neuromarketing fueron creciendo y descubriendo como manipular e influir en el comportamiento de nosotros, los consumidores, creando experiencias más atractivas y memorables junto a nuevos descubrimientos como por ejemplo: el olor de la manzana, puede generar sensaciones de bienestar, asociarse con la frescura o la naturalidad, e incluso influir en la percepción de la calidad de un producto, el cual no necesariamente responde a estas cualidades.


Otro ejemplo claro fueron como los empaques de los productos tuvieron una transformación gracias a diversas técnicas (como el eye-tracking para seguir el movimiento ocular, el EEG para medir la actividad cerebral, o la respuesta galvánica de la piel para evaluar el estado fisiológico y psicológico que describe el grado de alerta, atención y excitación de un organismo) para entender las reacciones subconscientes del consumidor, dejando claro que lo que supone que es tu decisión, viene domesticada desde una serie de miguitas que te van dejando en el camino. Tú ya no elijes el producto sino que el producto te elige a y es pensando y diseñado por y para , con el único interés de generar dinero, de que tu seas rentable.




Desde entonces el juego cambio, se volvió más perverso, más utilitario e individualista. No es culpa de la marca que tu no sepas distinguir que el producto que compraste con su empaque verde no tenga nada de natural, orgánico, saludable y sostenible. Tampoco es culpa del par do político que el pueblo, harto de crisis económicas y pidiendo más atención en las transacciones del gobierno, haya votado a su propuesta amarilla asociada con alegría, opmismo y atención. Lo que antes se le llamaba diseño ahora es una ciencia de persuasión donde cada elemento, textura, color, pogra a, olor, ubicación, etc. es cuidadosamente seleccionado para influir en nuestras decisiones de compra a un nivel subconsciente, apelando a nuestras emociones y sesgos cognitivos. Es por eso que, a menudo, nos senmos atraídos por un producto sin saber exactamente por qué.


La cosa se vuelve más compleja cuando se unen neuromarketing y redes sociales.


Esta dupla fue evolucionando paralelamente en la primera década del siglo para consolidarse en la segunda década donde ya no solo importan los "me gusta", sino también el tiempo de permanencia, los comentarios y los compartidos.


Se diseñaron funciones para fomentar estas interacciones más profundas ya que señalan un mayor compromiso emocional y cognitivo. El neuromarketing aportó la comprensión de cómo el cerebro procesa la publicidad a nivel subconsciente.


Esto llevó a la opmización de los formatos de anuncios (video corto, imágenes impactantes) y la ubicación dentro del feed para maximizar su impacto sin que el usuario fuera siempre consciente de ello. Esto último se hizo muy famoso por el caso del escándalo de Cambridge Analytica.



También la aparición de influencers no fue un acto socialista de dar lugar a las diferentes voces, sino un acto de necesidad debido a con tanta mentira dando vuelta, el boca a boca digital se volvió necesario y el neuromarketing explicó cómo la confianza en el grupo social y la imitación de comportamientos (neuronas espejo) impulsarían las decisiones de compra/uso/voto a un nivel más profundo haciendo uso de los estudios de principios de recompensas impredecibles y la relación con la dopamina (neurotransmisor clave para funciones como la memoria, el estado de ánimo, la mo vación, el aprendizaje, el placer y la coordinación motora. También está asociada con la adicción).


Haciendo uso de los estudios sobre la necesidad básica del ser humano de pertenencia, aprobación y validación social (que afecta a millones de adolescentes hoy en día). Y por último y en lo que me quiero centrar, los estudios de cómo el cerebro prefiere la información que confirma sus creencias (sesgo de confirmación) creando cámaras de eco y burbujas de filtro.


El Sesgo de Confirmación (estudiado por el neuromarketing) es nuestra tendencia a buscar, interpretar y recordar información de una manera que confirme nuestras propias creencias o hipótesis. Nos gusta que nos den la razón.


Los algoritmos de recomendación están diseñados para mostrarte más de lo que ya te gusta y con lo que interactúas. Si te interesan ciertos temas o tienes ciertas opiniones, la plataforma te mostrará contenido que las refuerce. Esto crea así las burbujas de filtro y cámaras de eco, donde te sientes cómodo y validado, lo que te mantiene más tiempo en la plataforma.




¿Qué son las Burbujas de Filtro?

Una burbuja de filtro es el aislamiento intelectual que ocurre cuando un algoritmo de un si o web selecciona selectivamente la información que un usuario desearía ver, basándose en la información pasada sobre el usuario (como el historial de navegación, la ubicación, los clics o el comportamiento de búsqueda). El efecto es que un usuario se expone únicamente a información y puntos de vista que confirman sus propias creencias preexistentes (sesgo de confirmación).


¿Cómo se forman?

Algoritmos de personalización: Plataformas como Google, Facebook, Instagram y TikTok utilizan algoritmos complejos para predecir qué contenido te resultará más atractivo o relevante.

Historial de interacción: Si interactúas mucho con contenido sobre un tema el algoritmo te mostrará más de ese contenido y menos del resto

Sesgo de confirmación: Tendemos a hacer clic en contenido que ya resuena con nuestras ideas. Los algoritmos detectan esto y refuerzan ese patrón.


Consecuencias de las burbujas de filtro:

• Menos exposición a la diversidad: Te pierdes perspectivas diferentes, noticias contradictorias o ideas que desa an tus propios puntos de vista.

Refuerzo de creencias: Tus propias ideas se solidifican al no ser cuestionadas, lo que puede llevar a una visión sesgada o incompleta de la realidad.

Dificultad para el diálogo: Si dos personas están en burbujas de filtro muy distintas, es posible que ni siquiera estén expuestas a los mismos hechos o argumentos, dificultando la comprensión mutua.



¿Qué son las Cámaras de Eco?

Una cámara de eco es un fenómeno en el que las creencias son amplificadas o reforzadas por la comunicación y repetición dentro de un sistema cerrado. En las redes sociales, ocurre cuando un grupo de personas con ideas afines interactúa predominantemente entre sí, excluyendo voces disidentes o información que contradiga sus puntos de vista.


¿Cómo se forman?

Interacción activa del usuario: A diferencia de las burbujas de filtro (donde el algoritmo es el principal responsable), en las cámaras de eco, los usuarios eligen activamente seguir y interactuar solo con personas o grupos que comparten sus opiniones.

• "Dejar de seguir" o "silenciar": Se desvinculan de quienes tienen ideas opuestas.

• Grupos y comunidades cerradas: Participan en grupos privados o comunidades donde las ideas se refuerzan mutuamente.

• Polarización intencional: Las personas pueden buscar intencionalmente espacios donde sus puntos de vista sean validados y las opiniones contrarias sean desacreditadas o ignoradas.


Consecuencias de las cámaras de eco:

Polarización extrema: Las opiniones pueden volverse más extremas al no ser confrontadas con puntos de vista opuestos.

Desconfianza hacia los "otros": Se crea una división más profunda entre grupos, donde cada uno ve al otro con sospecha o desprecio.

Difusión de desinformación: Las noticias falsas o las narrativas sesgadas pueden propagarse rápidamente dentro de la cámara de eco, ya que no hay voces internas que las desafien.

Reforzamiento de iden dades de grupo: Las personas pueden sentirse más parte de un "nosotros" en contra de un "ellos".





Aquí es importante entender que la verdad no es la métrica principal sobre la que operan los algoritmos. Los algoritmos de las redes sociales están diseñados para maximizar el engagement (la interacción del usuario), no la veracidad del contenido. Lo "relevante" es lo que te mantiene desplazándote, haciendo clic, reaccionando, comentando y compartiendo. Si un contenido (sea verdadero o falso) logra eso, el algoritmo lo interpretará como exitoso y lo amplificará. Estudios han demostrado que las noticias falsas se propagan significativamente más rápido y a un público más amplio que las noticias verdaderas. Esto se debe a que las "noticias buenas" o verificadas a menudo carecen del "gancho" emocional o divisivo (atacar a un "enemigo" común ende a generar mucho debate y reacción) que hace que las fake news sean tan virales.


El problema con esto, que va más allá de la compra/uso/voto, es que nuestra atención se vuelve cada día más polar y con ello más básica.


Todo se reduce a un me gusta o no me gusta, a si estás de mi lado o estás del lado enemigo, a exacerbar las distancias basadas en un sesgo de información importante (siempre de ambos lados) que me hace creer que soy portador de la verdad y que esa “verdad” justifica todo acto de no empatia. Poco a poco vamos anulando nuestra capacidad de relacionarnos, capacidad que ene que ver con querer conocer al otro, no con dar por sentando que el otro piensa, hace, cree igual que yo, o de lo contrario pasa al bando enemigo. Esto noti ene que ver con conocer al otro sino que es un aspecto sumamente narcisista de proyectar en el otro mis propias creencias con el fin de confirmarme a mi mismo.


Narciso enamorado de su propio reflejo.




Frente a un sistema que manipula constantemente nuestras emociones, pensamientos y acciones cómo vamos a saber quién realmente somos.


Cómo no vamos a sentirnos tan inseguros para necesitar todo el tiempo confirmar quienes somos.


Cómo vamos a poder integrarnos frente a una sociedad que ya venía polarizada y que las redes cegaron más, dejándonos cada día más centrados en nosotros mismos, nuestras ideas, nuestras expectativas y con la cabeza gacha mirando el mundo a través de un sistema que me muestra solo lo que quieres ver.


Claramente aquí las relaciones son un problema porque frustran, no cumplen las expectativas, no son lo que uno espera y así todo se va volviendo más estereotipado, nos convermos en el producto que nos seleccionó, dejando un vacío existencial enorme, vacío que llenamos con más y más adicción.


Esto no va a parar, ni cambiar desde el sistema, sino que se va a seguir acrecentando como lo viene haciendo desde que comenzó. No depende del estado, ni de las empresas, ni de los mul millonarios que no tienen la mínima noción de la vida real.


Esto depende de nuestra consciencia, de nuestra conducta que es la que está siendo bombardeada como si fuéramos ratas de laboratorio.


Depende de poder hacer pausas, de meditar, de ejercer el derecho al autoconocimiento, a la desdomesticación, de proponer encuentros profundos no mediados por teléfonos, de reconocernos animales y darnos el permiso de lo salvaje.



La otredad viene a incomodar, a sacarnos de ese lugar aburrido y sin vida.


El encuentro muchas veces molesta pero también abre espacios de evolución y crecimiento, de apertura de cabeza, de levantar la vista y mirar lo que nos rodea, de aprender a mirar desde diferentes puntos sin tener que iden ficarme con alguno sino con la capacidad de poder sostener la múltiple existencia.


Comprender que la otredad nos duele y cuesta, nos permite estar más atentos a nuestra tendencia a demonizar al “lo otro”.


Tendencia que no es de este siglo sino que viene de aquello que estamos de-construyendo, de la estructura patriarcal que busca ostentar el poder por medio de roles fijos de autoridad moral, privilegio social y control.


No se trata de destruir sino de ver con que estamos construidos para no caer en lo mismo, quedándonos en la misma calle pero de la vereda del frente. La viralidad del odio (como ya expuse, el contenido emocionalmente cargado, incluyendo el odio, la indignación y el resenmiento que las redes sociales necesitan para mantener fiel al usuario) es una herramienta que le sirve al mismo sistema.


Es momento de estar conscientes de nuestra manera de habitar el presente, de crear puentes, de abrir espacios de contención donde cada uno pueda ir reconociendo su función en esta red, función que es única e irrepetible, como la vida misma.



En resumen, las redes sociales son entornos cuidadosamente diseñados que aprovechan nuestras vulnerabilidades psicológicas y los mecanismos de recompensa del cerebro para mantenernos enganchados.


Es un equilibrio delicado entre la conveniencia de la conexión y el riesgo de la dependencia.


Los equipos de desarrollo de estas plataformas emplean conocimientos profundos de la psicología humana y la neurociencia para maximizar el tiempo que pasas en ellas.


Sumado que para el diseño intrínseco de los algoritmos de las redes sociales, el engagement es el rey, y la veracidad es una consideración secundaria que, a menudo, se ve superada por la capacidad de un contenido para captar y mantener la atención del usuario.


A pesar de sus beneficios para la conexión y el acceso a la información, pueden ser muy dañinas para la salud mental, especialmente si se usan de forma excesiva o sin conciencia. Su diseño adictivo y la forma en que presentamos y consumimos información en ellas crean un ambiente que nos enajena de la realidad íntegra.


Los estudios de medias globales en el 2023, con una proyección mayor para el 2024 y 2025, revelaron que el tiempo promedio global que una persona dedica a las redes sociales es de alrededor de 2 horas y 25 minutos al día, lo que se traduce en casi 17 horas a la semana. Es decir que de una semana las personas pasan un día (contando que duermen 7 horas) en las redes sociales. Inclusive en México el promedio es mayor que todo Latinoamérica llegando a 3 horas y 10 minutos por día.


Comprender estos costos negativos para el usuario es vital para fomentar un uso más consciente y proteger nuestra privacidad, finanzas y bienestar general en el entorno digital.


La "gratuidad" de las redes sociales es una ilusión; siempre hay un precio, y a menudo lo pagamos con aspectos fundamentales de nuestra vida.


Autor Josemiel Platz

Lector de Registros Akáshicos,

Integrante del equipo de lectures de Akashic Reccords Community

 
 
 

1 Comment


Pedro
hace 5 días

Interesante punto de vista, Gracias por Compartir.

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