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Mi camino a la espiritualidad


“Por una razón o por otra, yo soy un triste desterrado. De alguna manera o de otra yo viajo con nuestro territorio y siguen viviendo conmigo, allá lejos, las esencias longitudinales de mi patria.”

Pablo Neruda.


“He sido forastera durante casi toda mi vida. De tanto despedirme se me secaron las raíces y debí generar otras que, a falta de un lugar geográfico en el que afincarse, lo han hecho en la memoria; pero ¡cuidado!, la memoria es un laberinto donde acechan minotauros.”

Isabel Allende.


Descubrir el camino espiritual ha supuesto para mí encontrar por fin el camino a casa.


Ha supuesto la lógica de un deambular que durante toda mi vida me anclaba a una nostalgia atávica y a una búsqueda constante de un no sé qué, no sé dónde.



Soy ascendente Escorpio y entre otras cosas, también soy Sol-Saturno, la crisis y los procesos de muerte y resurrección son viejos conocidos, pero en el 2012 se materializó la ¡Crisis! así, con mayúscula.


Como resultado de este proceso no quedó nada en pie.


Hoy comprendo cuan necesario era, hoy honro y agradezco incluso, todo lo vivido.


Hoy sé que se trataba de dejar de ser todo aquello, para poder Ser todo lo que ahora empiezo a construir.


Es difícil reconocer el momento exacto de toma de conciencia.


Salvo las personas que tienen una epifanía, creo que el “darse cuenta”, es un proceso gradual y sutil que de repente empieza a permear desde adentro hacia afuera con una parsimonia dulce.


Hoy siento la espiritualidad como la esencia y la coherencia de una manera de caminar la vida y, en consecuencia, accionar.


Es el recorrido y el proceso, de ninguna manera la meta.


Desde allí, desde esta comprensión que, desde luego, no tiene por qué ser una compresión colectiva, ya que cada camino espiritual es único e irrepetible, pude ver cómo durante años las religiones se han ocupado de anular nuestra unicidad para uniformar nuestras almas y decirnos qué pensar, cómo pensar, qué sentir y cómo sentir.


Descubrir, por tanto, que todos somos uno pero que, dentro de ese uno, hay una singularidad, que es tu alma y que en ese vínculo está la libertad de una percepción y un diálogo que son únicos, para mí, ha sido todo un regalo de vida.


En un bello trabajo artesanal he ido moldeando con paciencia a lo largo de estos años y desde mi interior, la imagen de ese Dios lejano de mi infancia para resignificarlo desde mi corazón e intentar conectar con Él.


Ahí sigo.


Es realmente difícil desaprender.


Creo con sinceridad que es el mayor desafío.


Dejar atrás lo que creíamos que eran verdades y abrir la mente, el cuerpo y el corazón a conceptos que nos desafían.


Fe, en definitiva.

“La fe no consiste tanto en creer sino en confiar: confiar en el misterio de la Vida, abrazarla sin temor confiando en su guía”

David Steindl-Rast


Así, que como decía antes, la espiritualidad es un camino, no un destino; y como todo camino tiene distintas orografías.


No es un camino recto.


Un día asciendes la colina y de repente, tropiezas y caes.


Pero eso sí, nunca, nunca, caes igual.


Con cada caída si estás un poco atento, descubres tu avance, percibes las sutilezas en la manera de reaccionar y puedes medir tu crecimiento.


Como todo camino, tienes cansancio.


Tienes ganas de abandonar y de regresar a casa, a tu sillón a tu camita, a tu serie de Netflix, a tu lugar seguro.


Pierdes el aliento, te dan calambres en las piernas y sientes que hagas lo que hagas, ¡no lo vas a lograr!


Dudas de ti, en definitiva.


Vuelve tu niño o niña interior a patalear fuerte y emergen los miedos.


Los viejos y los nuevos.


Porque claro que tienes nuevos.


Todo esto para decir que, no importa el paso, el tiempo, las trampas o los miedos.


Una vez que sientes la pulsión por el despertar, ¡NO HAY VUELTA ATRÁS!




Xiomara,

Alumna de la Escuela de Lectores de Registros Akáshicos.

Cohorte 2024.

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